28 de junio de 2008

Gamla ST -an


Debido a que he leído, escuchado y recibido sugerencias de escribir en español o inglés e incluso en francés el post prevío pues lo hago ahora en mi lengua. Lo hice en "sueco" para que mi ST lo disfrutara. He cumplido mi cometido, aunque a la mitad y ahora viene la otra mitad.

Ésta isla, el Casco Viejo de Estocolmo, es por mucho nuestro lugar favorito. Nuestra historia empezó ahí, de hecho. Nuestra historia, se sigue alimentando de éste lugar pese a que su tamaño no es por mucho ni una cuarta parte del de la Ciudad de México. Nunca nos aburrimos de él. No importa cuántas veces le visitemos, siempre encontramos algo "nuevo" o algo a lo que no pusimos atención la vez anterior.

El domingo pasado ahí estuvimos y nos fue imposible no tomar nuestra amada caminata a través del Casco Viejo. Esta vez, vimos un letro de un mercado de pulgas e inmediatamente tú dijisté: ¡deberíamos ir!. Fue una órden presumo pues sólo caminasté y no esperasté mi respuesta. Nos dimos a la marcha y en pocos minutos estabamos ahí frente a una tiendecilla justo en la esquina de una de las calles más angostas del área. Me mirasté, sonreisté y te adentrasté. Montañas de cosas viejas que por su órden en el establecimiento parecian todas ellas verdaderas antigüedades.

Tú por tu lado mirabas y yo por el mio hacía lo propio. De pronto me dijisté chiquito, ven, mientras señalabas una rara vajilla. Cuando le ví, no encontré nada especial, sólo que estaba muy pero muy vieja, seguramente entendisté mi pensamiento porque te apresuraste a decir que esos platos eran caros y realmente viejos, una verdadera vajilla.

En tanto, en una de las esquinas se encontraba un viejo de unos 70 años, quizá, el cual nos miraba y nos ofrecia una sonrisa tierna. Te disté cuenta y formulasté una pregunta. Oye, así en segunda persona del singular -cabe decir que los suecos no conocen jerarquías y me atrevo a decir que hasta al mismo rey le pueden hablar de tú-. ¿Es cierto esto?, ¿qué cosa? preguntó él; es que en estos platos se tiene la etiqueta de que son gratis, no me lo puedo creer, dijisté; pero el viejo afirmó, pues si eso está en la etiqueta seguro es porque así es. No lo creías. ¿Es verdad?.

El viejo sólo te miró, luego a mí, soltó una sonrisa de complicidad y te dijo, sí, sí lo es. Y, continuó comentándote que existe gente rica en este mundo que a veces quiere compartir cosas con los otros para hacerles pasar un momento feliz. Así se desarrolló una interesante conversación.

Nos miró y dijo, yo he vivido aquí en el Casco Viejo toda mi vida, lo cual constatamos porque preguntó que dónde viviamos y cuando dijiste que Sollentuna, él no supó dónde quedaba ese lugar, siendo que está a unos minutos a las afueras del centro de la ciudad. La charla abordó diversos tópicos desde la historia, recuerdos, vivencias, experiencias personales, familiares, entre otros. Pero lo sorprendente fue que no tuvimos que preguntar mucho para que él se descubriera como gay. Después de esa revelación agradecí infinitamente la cantidad de piropos y comentarios sobre mi "especial belleza", se refería a esos razgos mexicanos y a mi color de piel. No entendí por qué te pusisté celoso, pues eran piropos inofencivos de un hombre de 70.

La conversación siguió y no podíamos creer todas las cosas que él relataba; tú tuvisté tus orígenes también ahí en el Casco Viejo pero hace unos 150 años o más cuando la historia de tu familia mi amado ST empezó. Fuimos invitados a seguir con nuestra visita en la parte del sótano. Bajamos unas peculiares escaleras de caracol. ¡Por dios! dijimos los dos cuando hubimos bajado, frente a nosotros un piano, tú casi corristé y yo casi te obligué a sentarte y a tocarle. Por fin podría escuchar esas palabras que tanto habías dicho sobre saber y poder tocar el piano. No te fue difícil, te sentasté y comenzasté. Fue un momento mágico. Tú, tú tocabas y me mirabas al mismo tiempo, sublime.

Terminamos nuestra visita con muchas cosas, con muchos deseos, con mucha alegría, con mucho amor, con muchos buenos deseos, con muchos besos, con unos platos viejos y caros, pero también terminamos con una invitación a regresar a tocar el piano una vez más y a saludar a un nuevo amigo. Pronto le visitarémos. Un nuevo sitio especial para nosotros dos.

3 comentarios:

Lorena dijo...

ayy Ro, me encantaria ver una foto de la vajilla!, que padre que tu amado sabe tocar el piano, debió ser un momento mágico...
saludos y que sigas disfrutando de Estocolmo y sus sorpresas ;-)

? dijo...

Asi si!!!!!!
Muy romantico todo el asunto! Que bueno que sea asi...oye, me da curiosidad como conociste a ST (Que supongo son sus iniciales).
Saludos

Anónimo dijo...

Maravillosa historia amigo y en español, un idioma rico en expresiones, lo es aún más.

Saludos!

PD.: Te debo las fotos de la marcha, no pude ir me tocó trabajar!

mr.